dimecres, 9 d’abril del 2008

¿Original o copia?

¿Hasta qué punto tiene sentido comprar obras de arte originales en un momento en que se hacen tan buenas copias?
Siendo prácticos, no tiene mucho sentido, pues estaremos pagando cantidades extremas por una obra que a pesar de tener valor, difícilmente se diferenciará de la que no es original. Pero, ¿y la satisfacción personal de saber que tienes algo único? o ¿el poder social que da decir que eres poseedor de un Picasso, de un Miró, o de un Dalí? Para algunos, esto no se compra con dinero.
De todas maneras, pienso que antes de plantearnos esta cuestión debemos tener en cuenta quienes son los que realmente la debaten. Pues alguien que se plantea comprar o no una verdadera obra de arte es porque parte de que tiene la posibilidad de hacerlo, de que económicamente tiene poder suficiente para adquirir tal objeto. Y si tienes dinero suficiente, ¿por qué tienes que resignarte a una simple litografía? No quiero entrar en el deber moral de cada uno, en hasta qué punto es ético o no dejarse tantos millones de euros para decorar la casa, cuando podrían invertirse en tantas muchas otras cosas de más provecho. Por tanto, partiendo que cada uno hace con su dinero lo que quiere, entiendo que algunos de quienes lo tengan decidan optar por las obras verdaderas.
Pero existe también otro sector de la sociedad, a los que no nos sobran los millones, pero a los que también nos gusta tene
r arte en casa. Y creo que para estos, la pregunta es más clara. No pienso que sea pertinente tener que hipotecarse para conseguir una obra de arte y es más, estoy de acuerdo en que las copias de hoy en día son realmente buenas. Ahora bien, dentro de este sector existen los que podrían englobarse en el “quiero y no puedo” es decir, las personas que necesitan tener estas obras de arte, que tienen un estilo de vida que pasa por poseer tales objetos, y para los que una copia es algo sin valor, quizás hasta despreciable. A estos, les animo a que no sean tan reticentes y a que sean capaces de aceptar lo que tienen y de disfrutar de lo que pueden conseguir. A los otros, decirles que comparto la idea de que una litografía decora y sienta tan bien como un original, a parte de ser mucho más asequible para el bolsillo. Es más, en el comedor de mi casa tengo una de Henry Matisse y la verdad es que corrobora todo lo que acabo de explicar.